Que los derechos de los padres estén garantizados

Los padres cuidan de nosotros antes de que lo hagamos por nuestra cuenta. Ellos nos traen al mundo, nos enseñan a caminar, hablar y amar. Nos preparan para entrar en la sociedad y vivir como ciudadanos íntegros. Por esto es que los padres tienen el derecho, consagrado en el derecho internacional, de dirigir la educación y crianza de sus hijos.
Los padres tienen el deber dado por Dios de criar y educar a sus hijos sin la interferencia indebida del Estado. Las Escrituras contienen muchos mandamientos para los padres, pero ninguno para el Estado, acerca de la crianza y educación apropiada para sus hijos.
Luego del diluvio, Dios instituyó el gobierno civil como servidor y ministro para proteger la libertad y promover el orden público. El Estado administra justicia dentro de ciertos parámetros definidos y limitados. El florecimiento humano depende en parte de que el Estado cumpla su papel designado y no más, dejando así espacio para que los individuos y las familias operen libremente y los padres preserven la responsabilidad de la crianza de sus hijos.
El mundo de hoy tiende a pensar que los niños pertenecen al Estado, que es la máxima autoridad. De todas las personas que influyen en la formación del carácter moral de un niño y en los adultos en que se convierten, desde los profesores y entrenadores, hasta mentores espirituales, familiares y otros, los padres son quienes más influyen. Los hombres y mujeres en quienes nos convertimos usualmente reflejan los hombres y mujeres que nuestros padres son.
Todos deberían cuidar de cómo los niños son criados. Después de todo, ellos se convertirán en los líderes del mañana.
Además, todos deberían concordar con que, en la mayoría de los casos, los padres son los indicados para proteger la salud y el bienestar de sus hijos.
A pesar de que la ley claramente reconoce los derechos de los padres, estos están bajo ataque gracias a las agendas que están tomando el control de varias instituciones, como las escuelas públicas. Cada vez más, estas amenazas están dirigidas al derecho de los padres de proteger físicamente a sus hijos de daños como la “transición” de género.
Trágicamente, a veces los padres fallan en proveer las necesidades básicas de sus hijos. Cuando eso ocurre, el Gobierno juega un rol importante. Pero en ausencia de situaciones que requieran intervención, el Estado nunca debería reemplazar a los padres.