A diferencia de Occidente, China evita exportar su cultura a África. Puede que China no sea un santo en la escena mundial, pero no tiene un interés directo en alterar la cultura y los valores de sus receptores. […] En cuanto a Occidente, la moda de «civilizar África» se desvaneció con los sombreros blancos almidonados de la época colonial, pero el ansia de crear un miniyo africano es evidente en los acuerdos comerciales de hoy», escribe Lois McLatchie en The American Conservative.
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El G7 obliga a los africanos a elegir: China o el progresismo
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